Próspera Semana!!!
En el día de Hoy Ciencia y Arte Consciente te cuenta este Cuento Corto:
PIRO
Entre el alba que clareaba, la remolona brisa
matutina dejaba avanzar sus rectilíneos rayos solares. Mientras Ernesto
caminaba a orillas del multicolor riachuelo conocido por los lugareños como
Manso.
La primavera se acercaba en sus coloridas
vestimentas.
A la distancia vio asomarse una casita
envuelta en el verde espumante de los esbeltos árboles, las colinas ondulaban
el horizonte.
Caminó… caminó… cercano al sitio divisó una
escalera, angosta para su gusto, igualmente decidió subirla con inusitada
rapidez hasta encontrar en su terminación una labrada puerta.
Curioso la observó y la atravesó.
En el interior del hogar todo parecía quedado
en el tiempo, miró cada detalle.
Los
presentes objetos cambiaban repentinamente su lugar formando piezas que encastraban
con minuciosa exactitud tomando diferentes formas a veces conocidas otras no.
En el rincón derecho se formaba un dibujo en
el aire. Cautelosamente fue acercándose… un pájaro perseguía una abeja…- j aja
j aja- sonrió tratando de tranquilizarse, volviendo a su centro.
Impresionado los observó en silencio hasta
que la abeja salió por la ventana. El pajarito serenamente voló satisfecho a
posarse sobre una tabla color rosa suave, tallada en madera.
Siguió con la mirada otros recovecos, todo se
acomodaba y desacomodaba en pocos segundos. No entendía el ¿por qué?... Entonces
decidió sentarse un rato sobre sus piernas… ¡qué ocurriría!
El silencio hizo su entrada… en sí mismo… en
el lugar…
El pajarito fue quedando dormido: su
ininterrumpido respirar lo invadía envolviendo y acunando su dulce cuerpecito.
Estaba posado en sus dos patitas sobre su hamaca. Parecía un capullito de
algodón pendiendo de su delicado tallo mecido, arrullado por la serenidad del
viento.
Transcurrieron varios minutos…
¡Ya era la mañana!
En eso vio volar unas letras que salieron de
la nada…P…I…R…O…
-
Piro, se dijo.
Se posaron sobre la cabeza del pájaro (la
cual descansaba encima del ala izquierda) entraron de a una, eran verde
fosforescente. Sus redondos y negros ojos parecían cerrados.
Repentinamente Ernesto también era otra
persona…
Entonces me animé a tornarme invisible para
espiar.
Un intrépido rayo de luz se coló por la
ventana y comenzó a acariciarlo de tal manera que lo empujó y despertó.
Brincaba de un lado hacia otro como
intranquilo e impaciente. Se acercó a su tina, se bañó cual fiesta de alegría,
repitiéndolo varias veces en ininterrumpidas zambullidas, produciendo múltiples
oleadas que salpicaron todo alrededor, incluso el piso.
De un ágil salto llegó a la mesa, era color
azul con círculos blanquecinos, allí sacudió la plomiza capa dejándolo todo
repleto de humedad – j aja j aja… ¡formó su propio arco iris!
Con ligeros movimientos su rojo pico restauró
su acerada vestimenta.
Esmerada y delicadamente dejó cada plumita de
su cola azabache en su lugar continuando por sus rosadas patitas.
Se percató que lo observaban, ya algo de mí
se tornaba visible. Él también me miró sorprendido por largo tiempo, mientras
todas mis partes se dibujaban con trazos de variados colores, justos en cada
lugar.
La tibieza del ambiente se confundió
dejándose atrapar en su deliciosa, transparente mirada.
Cayó la tarde en múltiples colores como suave
y fino manto.
Él ya no me mira…pensé: - ¿serás feliz?...
Decidí permanecer esa noche en la casita del
árbol. Por las dudas volví a la invisibilidad.
Al día siguiente me acerqué de puntillas,
continuaba invisible.
El color mercurio del plumaje de Piro estaba
muy acicalado, sin ninguna imperfección. Entonces fue cuando al entreabrir su
pico me susurró:
-Tuve
un sueño.
- ¡Uuuaaauuuu, mil veces uauuu! ¿quién está
soñando?
-
¡Imaginen qué sorpresa!
Luego de unos minutos comprobé que no estaba
soñando, tampoco Piro.
Volví a mirarlo entre tanta sorpresa…
-
¡Síiii!¡Tuve un sueño! gritó.
-
Parpadeé, refregué mis ojos, mi boca se abrió sin emitir sonido, y mi
mano se deslizó sobre mi inflado pecho disponiéndome a escuchar.
¡El asombro fue extremo!...
Esperé atenta…los minutos se sucedían, me fui
calmando.
-
Eso fue todo.
Los días se agolparon en el almanaque… y el
ser que habitó el lugar y decidió quedarse a vivir en la casita ya no era sino
otra persona cuyo nombre también apareció de repente danzando en el aire libre
hasta formar el sustantivo propio: ELMO.
Todos los objetos en el interior de la casa
continuaban transformándose, incluso él mismo, hasta que Piro nuevamente volvió
a hablarle:
- Deseo volar, encontrar amigos, cambiar
opiniones e ideas, visiones, compartir…y… ¡mucho más!... Cuando vuelva te
contaré detalladamente.
Animándose Elmo le contestó:
-
¡Pues hazlo amigo!, ¡vuela!... ¡cuídate!, ¿cuándo regresarás?
-
¡Lo sentirás! muy profundo en tu interior, será un cosquilleo.
Entonces Piro emprendió su viaje.
Transcurrieron meses, años…
Esa apacible, soleada tarde Elmo siente latir
su corazón muy rápidamente, parecía saltarle del pecho… ¡Piro llegaba!
Entró por la ventana entre un ramillete de
silbidos, se posó sobre su tabla, aleteaba sin cesar queriéndole ¡contar!,
¡contar! La danza que dibujó era muy organizada: primero saltaba en sus dos patitas
hacia un lado, luego movía su cabeza suavemente de derecha a izquierda hasta
girarla ciento ochenta grados. Continuaba el picoteo en el piso en gesto de
unir, recoger y llevar objetos, después volaba hasta su hamaca. Varias veces
repitió lo mismo, ¿sería un juego?... me pregunté.
-
Este fue mi baile de seducción, - dijo.
-
Conocí a Pina, hermosa y vivaz, con quien criamos tres bellos
calafates. Crecieron y volaron con sus familias.
-
Fue en una ciudad muy gigante y frondosa. La sobrevolé posándome en un
puntiagudo pino, muy verde y fuerte, desde donde vi y oí a mis hermanos, ¡qué
variedad!
-
Cantaban sin cesar, me saludaron amistosamente e invitaron a unirme a
sus juegos. ¡Cómo nos divertimos! Recorríamos cada sitio, comimos, reíamos,
volamos, danzamos. Fue en ese imperceptible instante que apareció ante mi
vista, Pina, ¡uuuauuuu!... ¡qué bella ave! Desde entonces dimos rienda suelta a
nuestro continuo.
Elmo sintió nuevamente latir su corazón a
todo galope, paulatinamente se tornaba cada palpitar un poco más suave hasta
rebozar en completa armonía. ¡Pira con el resto de la parentela! ¡Qué jolgorio!
Los personajes y los objetos de la casa iban
tomando despacito su lugar, ya no se movían.
La dicha y la felicidad también se hicieron
presentes apoderándose de la casa, de sus integrantes, de esa noche, de ese
paisaje… y fue por más…más y más… más allá… Por la “VIDA MISMA” Y MÁSSS.
20-12-14
GRACIAS!!!